sábado, 14 de septiembre de 2019

Érase una vez en Hollywood: Tarantino siendo aún más Tarantino


Pues por fin he visto la "novena" película de nuestro Quentin. Debo decir que he tardado mucho más de lo normal, a pesar de ser fan del señor, debido en primer lugar a la decepción que me supuso Los Odiosos Ocho, con puntos de genialidad de vez en cuando pero sin una dirección clara ni su chispa habitual. Y en segundo lugar, porque me habían hablado regulero de ella, y con el precedente anterior, el palo fue acumulándose. ¡Pero oiga! Es Tarantino, es el maldito DiCaprio, es Brad Pitt, es Margot Robbie y es una verdad como un templo que echo de menos ir al cine a ver algo que no sea de Disney (Mufasa ya lo advirtió: todo lo que baña la luz es su reino).

 
-Y allí están Los Simpson, y Marvel, y Star Wars, y National Geographic...
-¿Y qué me dices de aquél lugar oscuro?
-¡Allí está Sony! ¡No debes ir allí, Spi... digo, Simba!

Así que me tragué las dos horas y media que dura la película y, sinceramente, disfruté como un enano. Me encanta el humor de Tarantino, sus personajes rocambolescos, sus idas de pinza sin venir a cuento y cómo prescinde por completo de las convenciones guionísticas tradicionales. Así que sí, lo pasé pipa. Y, al mismo tiempo, entendí perfectamente las críticas: sin una predisposición a encontrarme lo que me iba a encontrar, posiblemente, la habría odiado fuerte. ¡Déjenme explicarme (y sin spoilers)!

La principal advertencia que me habían hecho era que la película “no tiene historia”, que solo son una sucesión de escenas sin la conexión que se esperaría de estas. Y es cierto. De hecho, Tarantino tira por la borda esa convención y lo que hace es algo, realmente, no inédito en otros géneros fílmicos: nos cuenta el día a día de tres personajes en paralelo, de forma seudocronológica (con ocasionales flashbacks entre medias para aclarar cosas y meter gags, porque Tarantino sin cierto desorden temporal no sería Tarantino), sin que por ello lo que ocurra tenga que acabar enlazado en una “trama” al uso. Son tres días (con un salto de varios meses entre dos de ellos) en los que seguimos al personaje de DiCaprio en su intento de evitar convertirse en un actor acabado en el Hollywood de los sesenta, a su doble de acción encarnado por Brad Pitt haciendo recados para él, dando de comer a su perro o teniendo encuentros puntuales con una hippie que hace autostop por las calles de Los Ángeles; y a la actriz Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, el único personaje que existió realmente de los tres, en su completa dulzura y pasión por el cine y lo que hace.

(¿Soy yo, o Tarantino cada vez se parece más a alguien que lleva puesta una máscara de goma de Tarantino?)

Y, como no podía ser de otra forma siendo el director y guionista quien es, y al contrario que en Los Odiosos Ocho (en mi opinión, por supuestillo), aquí sí hay chispa: los personajes fascinan e hipnotizan haciendo las cosas más insignificantes, y si le sigues el rollo te echas unas buenas risas con sus complejos y formas de actuar (magnífico, por ejemplo, el dúo que forma DiCaprio con la niña actriz), que acaban desembocando en una serie de situaciones marca de la casa que van desde la comedia hasta el suspense.

Son, en efecto, dos horas y media de las situaciones que viven sus personajes, hasta que por fin, ya hacia su final, la historia converge en el episodio “real” en el que se inspira la película: el encuentro de la actriz Sharon Tate con la familia Manson. De nuevo sin entrar en spoilers, hay sorpresas, aunque debo decir que el recurso que usa el chico de Knoxville ya lo ha gastado en otras ocasiones y no resulta tan interesante como entonces. Curiosamente, algunos detalles insignificantes de lo que hemos ido viendo acaban teniendo su papel, por lo que no se aleja tanto de los recursos de un guion convencional. ¡Y hasta aquí!

Bueno, ahí va un pequeño spoiler: hay planos de pies. Y botas. Y pies. Y botas. Y...

Como digo, la narración de la vida de uno o varios personajes a lo largo de un tiempo determinado, sin que por ello surja una historia como tal, no es algo nuevo. Me viene a la mente la película Boyhood, de Richard Linklater, que muestra la vida de un chico a través de los años (y fue rodada, efectivamente, mientras el actor principal iba creciendo). El problema que un espectador no preparado para ello puede encontrarse es ese: que espere una historia, no el formato de slice of life que realmente propone, y se pregunte qué diablos está viendo. También es cierto que Tarantino se recrea en los guiños a los sesenta, en sus canciones, sus marcas, sus nombres de famosos y su estética hasta tal punto que puedes llegar a pensar que ha hecho partes enteras de la película solo para su disfrute personal. Sí, hay cosas recortables, y lo mismo que a veces crea una atmósfera y te adentra más en ese “vivir con los personajes”, en otras exclamas para tus adentros: “sí, esto ya me lo has enseñado, ¡siguiente!”.

Nunca hay suficiente Bruce Lee pegando grititos y patadas, por otra parte.

Con todo, ¿vale la pena verla, una vez se sabe el tipo de relato que propone? Depende. Depende de si tu humor es el de Quentin, y de si tienes la paciencia para esperar un poco entre situación tarantiniana y situación tarantiana. Porque al final, lo que sostiene la película es precisamente eso: situaciones más o menos rocambolescas protagonizadas por personajes que no pueden ser más carismáticos. Ni más ni menos que la especialidad de Tarantino, que siempre ha tenido eso como su fuerte, más que la hilvanación de una historia. Y creo que quizá se ha hecho demasiado consciente de ello. Se puede pensar en esta película como lo que sería Pulp Fiction, ambientada en el mundo actoral en lugar del criminal, sin el recurso de desordenar las historias. Si te hipnotizaron los “silencios incómodos” de Mia y Vincent, no te importó ver a Butch practicar portugués (español en la versión original, por supuesto) en lugar de preguntarte “a dónde va todo esto”, y te pareció totalmente lógico que Mia dibujara un cuadrado blanco en el aire porque Red Apple, te gustará esta película. 

O no. ¡Míratela y opina! ¿Esperabas una nota al final, tal vez?


¡Disfruta del cine siempre que se pueda!

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